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quinta-feira, 16 de junho de 2016

El verdadero cristianismo - parte 3



por:
José Augusto de Oliveira Maia
04.06.2016



SERIE DE ESTUDIOS SOBRE EL LIBRO "EL VERDADERO CRISTIANISMO", DE WILLIAM WILBERFORCE (*)

CAPÍTULO III - conceptos inadecuados de Dios y el comportamiento cristiano

Otro problema identificado por Wilberforce en los cristianos nominales es el desprecio por las principales doctrinas de la fe cristiana, especialmente las vinculadas al mensaje de salvación.

Sobre la persona de Cristo

Las características y los hechos atribuidos a Cristo, como su amor y su muerte en sacrificio por nosotros, a menudo ocupam el terreno intelectual de comprensión de los cristianos nominales, sin embargo, difícil de alcanzar en un nivel puramente personal; la absorcion de el amor de Dios, manifestado en Cristo, no alcanza la vida de los cristianos que se limitan a asistir a los servicios en la iglesia local por la tradición.

"Si bien mantenida con el decoro que coincide con el día, el lugar y la actividad religiosa, tales verdades son, con mayor frecuencia, escuchadas con poco interés. (...) Cuando termina el servicio, vamos a borrar por completo de nuestra mente hasta el próximo domingo, cuando una vez más renovamos nuestra humildad y gratitud periódica. (,,,) Si el amor de Cristo es tan débil entre los cristianos nominales, no es de esperar que su alegría y confianza en El sean fuertes".

La obra del Espíritu Santo

Otro punto fundamental de la doctrina cristiana pasada por alto por los cristianos nominales es la obra santificadora del Espíritu Santo; creyendo en una supuesta propia capacidad para desarrollar la sabiduría y la santidad de la vida, los cristianos nominales relegan al olvido "medios proporcionados por Dios para recibir y cultivar su ayuda todos los días.", tales como la oración y el estudio de la Palabra de Dios, la Biblia.

Conceptos inadecuados acerca de la obra del Espíritu Santo también fueron parte de los temas relacionados con la religión en la época de nuestro autor; desleixando la doctrina de la influencia del Espíritu Santo, los cristianos nominales forjaran una religión de acuerdo a su conveniencia, en lugar de la construcción de esta en las enseñanzas de la Biblia, la Palabra de Dios.

Ella declara abiertamente la corrupción de la naturaleza humana; "Como los demás, éramos por naturaleza hijos de ira." (Efesios 2:3); "Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores." (Romanos 5:8); pero también nos enseña "para orar por la influencia del Espíritu Santo que ilumine nuestro entendimiento, desechar todos los prejuicios, purificar nuestras mentes corruptas y renovar nosotros a la imagen de nuestro Padre celestial.".

La influencia del Espíritu Santo se representa en la Biblia como dar vida a los muertos (Romanos 4:17); rescate de la potestad de las tinieblas (Colosenses 1:13); pero se nos exhorta a no constristarmos al Espíritu Santo, con el cual estamos sellados para el día de la redención (Efesios 4:30).

Sobre el comportamiento cristiano

Un tercer punto importante a destacar es el cuidado con aquellos que, falsamente llamados cristianos, han deshonrado la fe cristiana con un fanatismo ignorante y hipócrita. Wilberforce, sin embargo, recuerda que de la misma manera que no despreciamos la libertad porque alguien abusa de ella, no debemos pasar por alto la verdadera vida espiritual por causa de la tolerancia hipócrita de aquellos que han falseado.

Haciendo uso de las palabras de Cristo, el autor nos muestra que ya nos advirtieron contra estos falsos cristianos. "Cristo mismo nos enseñó que esperar cuando dijo: '¿No sembraste buena simiente en tu campo? ¿Entonces, de dónde, pues, tiene cizaña?' Su propia respuesta presenta la mejor solución: 'El hombre enemigo ha hecho esto.' (Mateo 13:27, 28).".

Como prevención contra la hipocresía y el fanatismo ignorante, el autor da una muy valiosa sugerencia: "Incluso en nuestro tiempo (...) es necesario para los hombres (y las mujeres, el énfasis es mío) estudiar, prepararse y prestar atención a la forma, tanto cuanto al contenido. Estas preparaciones califican a los hombres y mujeres a convertirse en profesores de religión y no fueran reenplazadas.".

La importancia de las emociones

Otra cuestión que se ha producido entre los cristianos en Inglaterra en el tiempo deWilberforce también llega a nuestros días; el papel de las emociones en el culto. Los partidarios de un culto puramente racional señalan que las emociones son mal utilizadas en la religión, y estan fuera de lugar.

En respuesta a esto, Wilberforce comienza considerando que sería presuntoso de nosotros para querer excluir de el cristianismo "una parte significativa de la composición del Hombre."; sin embargo, el hecho de que nuestras emociones se rebelan contra nuestra razón y nuestra conciencia es una de las evidencias de nuestra caída en el pecado. Sin embargo, uno de los focos de la fe cristiana es "poner todas las facultades de nuestra naturaleza en lugar de sumisión y dependencia. El cristianismo basicamente restaura al Hombre entero, completo en todas sus funciones a las entrañas de su ser, dedicado plena y armoniosamente con el servicio y con la gloria de Dios.".

Nuestro culto agradable también llega a nuestras emociones; amor, celo, gratitud, alegría, esperanza, confianza, todos los cuales están contenidos en la Biblia; mientras que las Escrituras condenan los corazones fríos, duros y insensibles. Dios promete en Su Palabra, "romper un corazón de piedra y desplegar un carácter más cálido y tierno en su lugar, como resultado de Su favor.".

Por supuesto, sólo las reacciones emocionales no són una medida de la espiritualidad madura; "Pero la pasión que la Escritura dignifica definirla como amor es un sentimiento profundo y no superficial. Es fija, y no una emoción ocasional; prueba su validez a través de acciones correspondientes a su naturaleza. 'El que me ama, guardará mi palabra.' (Juan 14:23); 'Porque esta es la caridad de Dios, que guardemos Suas mandamientos.' (I Juan 5:3). Esto es, por lo tanto, el mejor estándar para probar la calidad de las emociones religiosas: ¿estimulan el amor que guarda Sus mandamientos?".

Nuestro Señor Jesucristo es el verdadero objecto de nuestras emociones; ¿Cómo no amar a alguien que por nosotros "sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios?".

La salvación de los pecadores

Por último, el debate sobre la aceptación de los pecadores por Dios, al tiempo de Wilberforce, no era diferente de el que se encuentra hoy en día; si preguntamos a los cristianos nominales de nuestro tiempo sobre la forma en que un pecador es aceptado por Dios, los conceptos presentados en este tema son peligrosos, flojos y inciertos.

Por regla general, las personas confian en su propio mérito, juzgandose mucho mejor que los otros pecadores, o mismo que atraídos a la práctica de los peores pecados, tienen una supuesta compensación de estos por un número de buenas obras practicadas; estas personas fundamentanse "no en los méritos de Cristo y en la intervención de la Graça divina, pero en su propio poder para satisfacer las demandas moderadas de la justicia divina."; personas que hacen esto, "no ven el orgulho natural del corazón humano" y "no tienen en cuenta el cristianismo como un plan para justificarlos por la muerte de Cristo, cuando todavía eran pecadores." (Romanos 5:8).

Como resultado, tienden a perder la sensibilidad debida delante de nuestra pecaminosidad y nuestra naturaleza perversa del pecado; este tipo de error "anula el sentido profundo de gratitud por los méritos y la intercesión de Cristo, a quien debemos nuestra reconciliación con Dios." Esto explica la falta de amor a Jesucristo, y la falta de comprensión de la necesidad del Espíritu Santo, tan común en nuestros días.

No en vano que Pablo advirtió a los coríntios: "Porque nadie puede poner otro fundamiento que él que está puesto, el cual es Jesucristo." (I Corintios 3:11); nuestra dependencia y nuestra petición de perdón tienen esta fundación, que da esperanza a todos, sin distinción.

"El nombre de Jesús no debe ser para nosotros (...) como un talismán o amuleto, que se lleva en el brazo como un distintivo exterior y un símbolo de una profesión, con el fin de preservar de los males a través de una autoridad misteriosa y incomprensible. Por el contrario, debemos traer el nombre de Jesús profundamente grabado en nuestros corazones, escrito en ellos con el dedo de Dios, con letras eternas."

(*) - WILBERFORCE, William "Cristianismo Verdadeiro"; Editora Palavra, 2006; traducción de Jorge Camargo (Brasil)

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